domingo, julio 13, 2014


Susurraré a ti mis voces
soportarás lo que me atraganta
sobre todo las incertidumbres
y amarguras.
También la belleza
que ocasionalmente mis manos te lancen
como una espada.

Obligada estarás a escuchar el canto
frágil de mis uñas
y apreciarás paciente a la araña que las teje.
Será una labor diaria, o casi,
esta forma particular de hablarte y la tuya
de escucharme.  Y será costoso.

Cuando haya cerrado la puerta
no ya las pequeñas puertas
cuyo dintel la noche y la mañana atraviesa
y entre nosotras quede la nada
gracias a ti, por fin, mi vacío 
tal vez podrá ser blanco.

Tú, poesía, amada mía,
intacta, darás la bienvenida
al que sigue.


martes, julio 01, 2014

La ballena blanca del Chimborazo.

Fotografía, María Tabares ©

El volcán del Chimborazo es un delfín del cielo, salta a veces del agua 
y desaparece.
Otras veces es una enorme ballena . 
Permanece
permanece
permanece.


sábado, junio 21, 2014

Y si clausuro


Y si clausuro las entradas
las salidas
renuncio a los picotazos del silencio
al terror gustoso de caminar las calles
en carne
si me cubro de penumbra
y rehago
y deshago la casa
sin temor a que se juzguen sus lluvias
simplemente porque no salen más
y ellas se ordenan
junto a la flores en la mesa
siguiendo las leyes de su propio abcdario
para una fiesta íntima de una sola comensal
y  sin espejo
ni comparación posible con las piedras
los dioses
o aquellos que dirigen la manada
me acepto solo
polvo anónimo
normalidad, a fin de cuentas,
y cierro las ventanas
y clausuro las puertas
y existiendo solo para adentro
logro existir.



Bogotá, 2014


La ciudad que observo
ha devorado aquella otra que fue mi casa
recinto seguro y soleado
en el cual reí y padecí estar viva.

Recorro
fantasmagórica
una aberración urbana
nunca antes replicada por el hombre.

He perdido el lugar
o el lugar se ha reducido
a una grieta:
existo
únicamente al interior de una ventana
calidoscopio de colores donde la ciudad
se acomoda en el poema.

Fuera de ella,
soy una inexistencia
arrojada a la intemperie
extrañamiento rotundo
en el vacío de este tiempo.

La que fui
la que soy
ha muerto.

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martes, mayo 27, 2014

Flor silvestre


En un café al que no regresaré
ansiosa por escuchar el silencio
me alejo del mundo entrando en él.

Lo primero que veo,
que escucho,
es un sonido sordo, blanco,
nuboso.

Detrás, más allá,
nace
esta pequeña flor silvestre.


Cancún, octubre 2013

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lunes, mayo 12, 2014

No es como la otra


La ventana de esta casa es ciega.
Perdió la capacidad de ver el horizonte
y solo puede mirar hacia dentro.

Pero no es sorda.
Ella escucha
(la otra no podía)
del agua
historias sobre mares con piel de escamas igual a enormes peces solitarios
calmos a veces, a veces enfurecidos.

Sobre travesías por días, por meses, a cielo abierto,
la libertad sin límites
la tierra un globo de aire
y ser nube el único destino.

De la belleza de lo triste 
cuando, como hoy, baja a la tierra que corona
su cuerpo es neblina, y el paisaje,
cipreses, cedros, arrayanes habitados por la bruma,
venados de rocío
caracoles de piel con manos frías y enfangadas
junto al fogón en algún rancho.

De su nostalgia
tan cercana al cansancio por no tener arraigo
ser siempre efímera y de paso
cuando por todo movimiento desearía la quietud
de un sonajero sobre una cuna
y arrullar a un niño.

Esta ventana nueva
viva
está ciega, sí, pero no es sorda. 
En ella se escucha llover maravillosamente.



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miércoles, mayo 07, 2014

O al menos quien deseo



Habré de saber quién soy
cuando vuelen los pájaros
que de mí han nacido.

Cuando afilados sus picos
las alas mudadas
embarnizados los cuerpos
atraviesen el cuero de
arpías y alimañas.

Cuando dibujen
su vuelo en la intimidad de las almohadas
y compartan el sueño
con cabezas lúcidas.

Cuando escapen por techos
puertas y ventanas
frente a cárceles
que otros les pretendan.

Habré de saber quien soy
(o al menos quien deseo)

cuando abierta mi mano
ya sueltos 
lejos de mí 
otros los sientan suyos.

viernes, mayo 02, 2014

Sibaris


Desploma el sol
su transparencia sobre el campo.
La enredadera con sus flores
clava silenciosa la lujuria en el aire
y el perro y el gato,
los más comunes de los comunes,
navegan la misma barca del sueño de los dioses
al vaivén de la tibieza.

El pasto más alto que existe sobre la tierra pretende el cielo.
Intenta con sus manos deshilar las nubes
mientras dos vacas, terneras aún,
rumian juntas la mansedumbre y el tiempo.  

Es eterna en este momento esta felicidad 
sin resquicio.
Nada parece poder atentar contra ella
ni la espina de Wilde
ni el ala de Juan, herida por el rayo.

Sin embargo, sin querer estas palabras
con su sombra la visten
cuando mi único deseo es nombrarla.

Pero es tan difícil escribir sobre la dicha.
Hasta la más hermosa palabra la opaca
con su niebla.  

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