Palabrita de hombre
Créeme,
cuando me vaya y te nombre en la tarde…
Silvio Rodriguez
El
14 de enero de 2014 no pasó en vano: Juan Gelman, a la dulce hora en que
la noche
entra a ocupar su puesto, marchó. Quizá, todo
lo suyo por decir estuviera dicho
sus luchas todas ganadas o perdidas.
Aún así los pájaros no añorarán su canto.
Tampoco los árboles, su hojas blancas de hombre al viento
ni el pan la muerte y resurrección entre
sus dientes.
El cigarro no llorará sus ojos
ni el whisky o el vino la escasa,
notoria, humedad de su lengua
agotada en la palabra.
Lo añorará Mara con certeza. Suelta de su
mano, tropezará y volverá a ser niña
y desvalida.
Los otros suyos, de los vivos, asombrados,
perplejos, tampoco encontrarán por días
dónde colocar sus pasos ni dormir el
sueño.
También harán suya su ausencia, quienes
jamás lo vieron.
Yo lo recordaré idéntico en su palidez de
almendra.
Idénticas las humildes gigantescas manos buscando
como yo el poema
y su palabra cansada ya, casi inaudible
más premonitoria que real, tan cercana al
canto del eco
cuando la voz del que pronuncia calla.
Palabra lúcida, sentida, justa,
y también palabrita con diminutivo, siempre
y en todo caso
llenita de ternura
tan bella y dolorosamente monumental.
Enero
15 de 2014