¡Átis, ven!, grita
y la perra llega corriendo
sin no antes mirar a sus hermanos
que parten sin ella.
Tiempo, esfuerzo y dedicación
costó hacer este nudo invisible,
este acostumbramiento
de los cuerpos,
este acompasar el pulso
y la respiración.
Ahora -como siempre en el amor-
ella se pregunta, qué hará cuando no esté,
cuando parta sin su sombra
y esa otra que también es
se quede sin su cuerpo.
se quede sin su cuerpo.
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