La ciudad que observo
ha devorado aquella otra que fue mi casa
recinto seguro y soleado
en el cual reí y padecí estar viva.
Recorro
fantasmagórica
una aberración urbana
nunca antes replicada por el
hombre.
He perdido el lugar
o el lugar se ha reducido
a una grieta:
existo
únicamente al interior de una
ventana
calidoscopio de colores donde la
ciudad
se acomoda en el poema.
Fuera de ella,
soy una inexistencia
arrojada a la intemperie
extrañamiento rotundo
en el vacío de este tiempo.
La que fui
la que soy
ha muerto.
.
1 comentario:
a lo mejor sea un consuelo para mi ver que quienes viven en mi ciudad también son fantasmas...
un abrazo
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