Por la ventana
vertiginosa cruza Europa
Orlando y su imagen travestida en el espejo
van en el mismo tren.
atraviesan siglos continentes
de la mano
son dos amantes
alelados escuchándose la voz.
Hace frío
tras las ventanas en Bogotá
los transeúntes corren
inundados de lluvia
y todo luce un poco triste.
Virginia ha muerto y es hace siglos.
Sentada a su lado inexistente
otra mujer escribe aterida por el frío.
Es francesa nacida a orillas del Mekong.
Adelante va su amante
viene de Beijín, cierra los ojos
la degolla con sus párpados de filo
no soporta verla
tal es su desesperación de amor.
Margarita está linda la mar
hace su invitación Rubén Darío
y la Durás
suelta su enorme carcajada
en este trasatlántico de lata
que navega por las calles
donde es prohibido fumar
y beber
pero ella no lo supo.
Casi todos los poetas han muerto
o están lejos:
La Pavana difunta ocupa su jardín.
Berenice la gata calla
como un “pequeño rumor de mata que se arranca”.
“Voy por ti ahora definitivamente voy por ti”
grita antes de dar media vuelta
la más enamorada
y Desdea la loca, la que estuvo
hecha de carne y hueso,
sucumbe al último beso
por arrancarle una lágrima al sol.
En la ventana
el reloj
Un pájaro negro en bluejeans
salta adentro de la caja
grita discursos
por escuchar brillar las tres monedas.
Sí, los poetas han muerto
o están lejos.
Llueve.