Hace soles, lunas, sombras,
lluvias, gente, que nadie canta
enciende estrellas
o se asoma y arriesga a morir
ahogado
por el aire.
Tampoco ondea el lujurioso mar
por este vacío de tejidos, vísceras
y sangre.
Igual a un dibujo en un papel
-brazos extendidos, rígidas
rodillas-
habito el ansiar del agua escrita.
Telón abajo los ojos repasan lo nombrado
y el hielo fustiga de
nuevo.
¿Para qué insistir con este lápiz que
no es lápiz
ni filoso carbón, en ser como los dioses?
Para algunos es obligado escribir
como para un animal bello la
belleza;
aunque crezcan de sus dedos el
rastrojo
y las parásitas altivas, simulación
de flores,
que adornan los árboles hasta
secarlos.
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