Nacer de la piedra
atravesar el cálido mármol
abandonar la cuna de sombras
a pesar de la blancura de sus velos
despertar de la asfixia y el autismo
sentir sobre el rostro el primer rayo de luz,
pero incapaz:
anírida, negada al mundo y a sus formas
pudiendo, como una flor,
solo mirar para adentro
y respirar sin ruido.