lunes, febrero 16, 2015



No sé en qué momento perdí el oído. Por años 
caminé esperando a que me hablaran y lo hacían 
con frecuencia. ¿Quién? No sé. Su voz susurraba 
delicada imperiosa aspectos del mundo y de 
los hombres, que desconocía. Yo las escribía como 
en este momento sin saber las palabras que ocuparían 
el próximo renglón. Solo que ahora es diferente. 
Ahora abro la página para no morir mientras 
hablo en voz alta escribo casi al azar al azar total 
lo primero que se me ocurre y así voy. Como un 
minero: cada día a golpes de pica contra el enorme 
silencio de la piedra.



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1 comentario:

leonardo dijo...

¿o la enorme piedra del silencio?