No
sé en qué momento perdí el oído. Por
años
caminé esperando a que me hablaran y lo
hacían
con frecuencia. ¿Quién? No sé. Su voz susurraba
delicada e imperiosa aspectos del mundo y de
los hombres, que desconocía. Yo las escribía como
en este momento sin saber las palabras que ocuparían
el próximo renglón. Solo
que ahora es diferente.
Ahora abro la página para no morir y mientras
hablo en voz alta escribo casi al azar o al azar total
lo primero que se me ocurre y así voy. Como un
minero: cada día a golpes de pica contra
el enorme
silencio de la piedra.
.
1 comentario:
¿o la enorme piedra del silencio?
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