De dónde sacar un puente,
alzar
las manos no entumidas,
los
pulgares no escondidos
o
los meros muñones
hacia
tus dedos
para
continuar el nudo de raíces
que
un día inconscientes
comenzamos
a clavar bajo la tierra.
Encontrar
cuatro vigas,
cuatro
trozos de aire,
dos
lazos y atravesarlo,
con esta
palabra
nuestros cansados
cuerpos
y la
risa refundida en el rostro.
Cruzar
esta oquedad pegada al cuerpo,
puro
frío, indiferencia,
como
una rama seca que parió su fruto
y ya a ninguno interesa.
.
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