Susurraré a ti mis voces
soportarás lo
que me atraganta
sobre todo las
incertidumbres
y amarguras.
También la
belleza
que ocasionalmente
mis manos te lancen
como una espada.
Obligada estarás
a escuchar el canto
frágil de mis
uñas
y apreciarás
paciente a la araña que las teje.
Será una labor
diaria, o casi,
esta forma
particular de hablarte y la tuya
de escucharme. Y será costoso.
Cuando haya
cerrado la puerta
—no ya las pequeñas puertas
cuyo dintel la
noche y la mañana atraviesa—
y entre nosotras
quede la nada
gracias a ti, por fin, mi
vacío
tal vez podrá ser blanco.
tal vez podrá ser blanco.
Tú, poesía, amada
mía,
intacta, darás la bienvenida
al que sigue.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario