Comienza a hacerse la noche
y, como tanta veces, no puedo dejar
pasar
de largo esta hora. Cada vez es la
primera.
El sosiego de las plantas es el mío
los pájaros cantan un último canto
como yo este verso.
Es un canto de saludo y despedida
al mismo tiempo.
Llueve quedo
granitos de arroz suena el agua cuando
cae al piso.
En el cielo, rayos de luz truenan
recuerdan que la vida también es
tormenta.
Teseo y Sony, los dos perros, nerviosos,
se esconden bajo las faldas de la
mesa donde escribo.
Yeyo, el gato, me mira. Quisiera hacer
de mi cuerpo
su almohada, pone la mano en mi
pierna,
maúlla y en su lenguaje me suplica
(u ordena).
Todos, con algo qué decir a esta
hora que antecede
al sueño.
Algo, que no puede ser más
espiritual y agradecido:
estamos vivos.
estamos vivos.
.
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