Hoy
pretendo escribir en el azul
de la ciudad.
No es mi ventana
su altura
su silencio
quien me canta.
A ras del suelo
otra
espejea el paso raudo
de los caminantes que al caer la tarde
olfatean el rastro de sus casas.
Ocho millones de personas
calculan
tiene esta ciudad
y yo estoy sola.
Sola en la quietud de quien contempla.
Ajena al correr de otros tiempos.
Ajena a ese devorar asfalto
persiguiendo
otra esquina, otro amor,
otro vértigo.
.
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