a mi hija Daniela
Cierra la puerta
y la urgencia del nunca más
me levanta de la mesa.
Me asomo a la ventana.
La veo camino de su vida
el pelo, cielo de nubes de sol.
La llamo, la obligo a darse vuelta.
Su risa, la mano en alto con su adiós ligero
presagian uno definitivo que aún no llega
y me devuelven la vida, que por
segundos
agoniza.
Retoma su camino, cruza la esquina,
y confiada, segura, desaparece.
Soy yo quien parte
definitiva.
.
1 comentario:
todo adiós es un nido de incertidumbres, un nuevo proyecto de desapariciones...
Publicar un comentario