Son seis los quietos,
los petrificados a la mesa.
Por los menos sesenta
los atentos.
Los petrificados
toman la palabra. No la sueltan.
Confiesan sus miserias
sin pudor
con el tiempo y con sus vidas.
Los atentos
Los atentos
hacen acto de paciencia.
Aguardan
con los ojos cerrados
o abiertos.
Su hambre es de siglos.
Nadie conoce lo que piensan,
lo que callan.
Ocultan la desidia tras el aplauso.
Solo esperan
a que algún petrificado
lance un corazón
que por fin los sacie.
Uno que les recuerde
que están vivos.
Sí. Que aún respiran.
.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario