La visión se encuentra frente al pecho,
por eso los dedos no pueden moverse,
por eso la flores cierran sus
pétalos
y las camas se revuelcan solas como
huracanes.
Algo cercano a espinas o alambres
circunda el cuello y lo único posible
es respirar corto para evitar el daño.
En la casa las paredes, ahora de agua
antes de adobe o ladrillo,
están próximas a soltarse en aguacero.
A él no puede nombrársele.
No sé sabe si está próximo a dar la
espalda
y a dejar, como yo
misma algunas veces,
nada en pie.
nada en pie.
.
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