jueves, abril 02, 2015

Dolor


ese largo río que jamás termina,
que jamás se hace el mar. 
Ese cordón,
ese cordón, que nos ahorca.

*

martes, marzo 24, 2015



El frío de la noche aún no se retira y el mundo, húmedo, espera. 
Nada parece ser viejo, ni siquiera el perro viejo.  Las vacas 
mugen poderosas a la luz y su leche fresca espera en la cocina 
convertirse en queso. De las gallinas, once pequeñas galaxias 
habrán de aterrizar en este mundo. Yo preparo un café como 
una rayito oscuro de sol para que me encienda.
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martes, marzo 10, 2015

a Batiscafo
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Arde la tierra suspendida en verde, azul y violeta. 
Por sobre todos los seres, el sol simula ser uno 
transparente y brillante como el agua. Ocho pájaros, 
hijos de la noche, atraviesan la nada como el viento 
el mar. La araucaria y la veranera todo observan casi 
sin moverse. Yo me ensombro y pienso en  el amigo
fallecido. Grita el ganso y su graznido se acompasa a 
esta voz baja.  No existe ni habrá más vida que ésta. 
En este instante se encuentra toda reunida.
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lunes, febrero 16, 2015



No sé en qué momento perdí el oído. Por años 
caminé esperando a que me hablaran y lo hacían 
con frecuencia. ¿Quién? No sé. Su voz susurraba 
delicada imperiosa aspectos del mundo y de 
los hombres, que desconocía. Yo las escribía como 
en este momento sin saber las palabras que ocuparían 
el próximo renglón. Solo que ahora es diferente. 
Ahora abro la página para no morir mientras 
hablo en voz alta escribo casi al azar al azar total 
lo primero que se me ocurre y así voy. Como un 
minero: cada día a golpes de pica contra el enorme 
silencio de la piedra.



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viernes, febrero 06, 2015

6:16 pm

Estoy otra vez en la hora que desdibuja el día
y ahonda en los sueños. Escucho el taconeo
arriba de la mujer a su regreso del trabajo.
La ciudad habla más alto y un pájaro
con frenesí pre nocturno canta como si fuera
a perder la voz. A pesar de la premura de todas
y de todos en la calle, a pesar del tráfico,
a pesar del llanto cansado de los niños,
esta es la hora del silencio. Los árboles en el parque
desvisten su color y se disponen a dormir. Las luces
de la casa está encendidas. Su calidez reemplaza
la torpeza, ilumina los miedos.
Esta es la hora en que dentro de mí, sigilosa, se abre 
una puerta por la cual entro.

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martes, febrero 03, 2015


La nada anda
anudada a sí misma
impenetrable,
oculta del afuera.
Feliz en su guarida,
suspendida en su clausura.
Siendo, unicamente.



domingo, enero 11, 2015

1.

Pienso y siento barro
indiferenciado,
denso como el mal sabor de las noches malas.
Intento hacerlo fluir
pero mucho es su peso,
no hay fuerza que logre
suavizarlo, aligerarlo.
Por más agua que riegue
es imposible hacer de él
simiente de un río.
Es barro que no circula.
Barro que ya huele a podrido.


***

2.
¿Dónde me mezclo con los otros?
Xavier Oquendo

Hoy por fin soy un pez de luz.
Sin espinas las frambuesas
silvestres bocas de dulce humedad
esperan por mi mano.
Los perros y su libertad
no me asustan o agobian.
El hombre, en el que creo,
no es más ese desconocido
enemigo.
Hoy no soy denso barro que me ahoga.
Liviana
la sal fecunda mis ojos en flores
de cristal sobre el rostro.

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jueves, enero 08, 2015

6:00 am


El sol afila el día con su punta roma,
manchas amarillas entibian este lado del planeta,
la mayoría de los hombres y mujeres duermen
las últimas esquinas de sus sueños
y el mal y el bien despiertan,
bostezan
aún con lagañas en los ojos
mientras piensan
dubitativos
cuál va a ser su quehacer de hoy 
y a quién se lo dedican.

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1


Primera vez que escribo
años 2015.
Lo hago sobre un cementerio
de soles y lluvias.
Amanece. Las cucarachas
agonizan en el patio suplicando
tal vez algo de conmiseración.
Mueren de cara al sol
dando patadas de ahogado
como si fuera su elección no mirar
más la tierra y mirar el cielo
su último deseo.
Tristes e inútiles sueños de los muertos.

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jueves, diciembre 18, 2014


Yo soy la casa.
En mí suenan los platos y los vasos,
un insomne da vueltas en la cama,
el gato duerme.
Soy las descoloridas paredes
y el tapete rojo escondite 
del polvo.
También la luz.
También su puerta cerrada.

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miércoles, diciembre 17, 2014

Pintura de Andrew Wyeth




























De dónde sacar un puente,
alzar las manos no entumidas,
los pulgares no escondidos
o los meros muñones

hacia tus dedos
para continuar el nudo de raíces
que un día inconscientes
comenzamos a clavar bajo la tierra.

Encontrar cuatro vigas,
cuatro trozos de aire,
dos lazos y atravesarlo,

con esta palabra
nuestros cansados cuerpos
y la risa refundida en el rostro.

Cruzar esta oquedad pegada al cuerpo,
puro frío, indiferencia,
como una rama seca que parió su fruto 
y ya a ninguno interesa.

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V


Fotografía María Tabares






























La veranera decidió lanzar 
hacia la casa uno de sus brazos. 
Su mano abierta 
al vaivén exhibe en multitud la luz violeta. 
La gata, bajo ella se agazapa como un reloj 
detenido espera la llegada de los pájaros. 
Detrás, el Cedro invernado simula un esqueleto 
o un faquir para tomar fuerzas 
y en dos meses hojarse, como una reina de belleza.
El pasto explota en clorofila. 
El cielo azul como la nada.
Él con 57 años, yo con 56, 
sentados, en éxtasis, 
mientras la vida.



lunes, diciembre 15, 2014

Del dolor



Dónde se esconde el poema 
cuando desaparece.
Cuando existe solo el ruido
del mundo.
El ruido de quien habla consigo
una verborrea infinita 
que no se detiene, no se detiene…

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jueves, diciembre 11, 2014


mis pensamientos
se reiteran como una noria
movida por el agua.
Solo que no es el agua quien la mueve
sino el barro.


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viernes, noviembre 28, 2014

La hora de los restos

Ellos no se detienen,
caminan ciudades, pueblos.
Su época de siembra hace lunas pasó
devoraron la cosecha. 
Con el cuerpo hacia delante 
-serán los tantos vientos de la vida- 
la piel como escrituras y los ojos de pez, 
mira como por vez primera .
Son pepitas de oro 
o animales disecados implorándole al sol calentar su pelambre
helado, solo.
Desde el principio supieron lo que les sucedería
pero no lo creyeron. Muchos menos que fuera a suceder tan pronto, 
tan de improviso.
Sin norte ni oriente avanzan si retroceder es avanzar.
Solo ellos mismos se recuerdan.
Con las carnes blandas como hongos
hacen fila frente a las ventanillas de Dios:
él les estira la mano pródiga o se la cierra como castigo.                         
Quebrados por el fuego quisieran contar con un lazarillo 
invisible, pero llueve.
Ataviados de fiesta con la tierra entre las uñas
se aglomeran donde otorgan la “despensa”
última posibilidad para elevar el rostro 
y ver el rojo cielo antes que oscurezca del todo.
No serán muchos más los soles 
que despertarán sus cuerpos ni sus dedos, 
hoy raíces con ajena voluntad danzando cada uno 
a su manera.