miércoles, diciembre 17, 2014

V


Fotografía María Tabares






























La veranera decidió lanzar 
hacia la casa uno de sus brazos. 
Su mano abierta 
al vaivén exhibe en multitud la luz violeta. 
La gata, bajo ella se agazapa como un reloj 
detenido espera la llegada de los pájaros. 
Detrás, el Cedro invernado simula un esqueleto 
o un faquir para tomar fuerzas 
y en dos meses hojarse, como una reina de belleza.
El pasto explota en clorofila. 
El cielo azul como la nada.
Él con 57 años, yo con 56, 
sentados, en éxtasis, 
mientras la vida.



No hay comentarios.: