lunes, septiembre 08, 2014

Reseña a propósito de Álulas. Autora: María Clemencia Sánchez.

Álulas de María Tabares: meditación en el aire

De la poética de María Tabares recibimos noticias hace apenas muy poco. Su nombre nos resultaba nuevo y casi desconocido en el panorama nacional. Su obra breve apenas se abría paso en el corpus de nombres de mujeres poetas y sus poemas, sin embargo, parecían haber estado desde siempre entre nosotros. Lo digo desde mi experiencia cuando al leer su opera prima titulada Y cae y suena y nos invade tuve la sensación de leer poemas de una levedad única como si al intentar palpar su tema, su materialidad, una impalpable belleza se posara en mis manos.

Deseo
La rosa ardiente Se abre
Se cierra
Se abre

Se cierra Ondula el mar.

Desde ese libro inicial de María, supe que su poética bordeaba, más que una temática en concreto, una manera de ver y nombrar la realidad definida por un sutil pensamiento, una suerte de vocación meditativa que obliga al lenguaje a la contención y al adusto decir. En ella, imaginamos el momento en el que nace el poema, ese umbral en el que las palabras y la imagen definen, no la presencia del mundo afuera de nosotros, sino la nostalgia de ese mundo meditado en su quietud. “Meditación en el umbral” llamó Rosario Castellanos a uno de sus más bellos poemas, aquel en el que nos propone indagar por “Otro modo de ser humano y libre. Otro modo de ser”. Pienso entonces en el título exacto de aquel poema al intentar una aproximación al nuevo libro de María Tabares titulado Álulas. Diría que se trata de una meditación en el aire, pues es allí donde presiento que ha nacido cada uno de los poemas de este libro. El título es ya una referencia al vuelo, al ave, al ala, a una presencia que existe solo en su fugacidad. Manizales, el Distrito Federal de México o Bogotá son apenas referencias de un mundo que pasa ante los ojos de la poeta para nombrar ese deseo de “ser hacia adentro”:

Quiero
Ser árbol,
Universo en sí mismo
Hondura insondable bajo la tierra
Y cielo adentro.


El poema en este nuevo libro de María recorre un paisaje interior aunque parezca que es el afuera
su referencia. La mirada que nos descubre es justamente la de la levedad, en el sentido más cercano al indicado por ítalo Calvino cuando iguala la imagen poética a la del vuelo de las aves, toda vez que ese vuelo es a un mismo tiempo presencia y ausencia: fugacidad y nostalgia suspendidas en el aire. Así lo indica María en este poema:

La escritura me rozó
Con su viento de ala que viste de plumas la mano. Hechizada de ángel
Escribo desde entonces.
El aire
Se volvió el camino.


Encuentro en este nuevo libro de María esa vocación meditativa que hace de su poesía un verdadero ejercicio de levedad. El mundo y la realidad son nombres tan pesados, tan tristes, tan llenos dolor y desengaños que tiene la poesía el deber de despojarlos de ese sufrimiento atávico, retornar la mirada al aire para encontrar allí un nombre dulce o inocente para cada cosa, amar el vuelo simple de una paloma, o recobrar para el alma un lugar invisible que solo existe en el vuelo de las aves o del ángel. Su poema titulado “Intermedio” (en el DF)” así me lo confirma, recordándonos en sus versos aquel poema de Dulce María Loynaz que dice: “No te nombro pero estás en mí / Como el canto en la garganta del ruiseñor/, aunque no esté cantando”. En un sentido cercano, el poema de María Tabares dice:


Intermedio (en el DF)

No avisto ningún pájaro
Y sin embargo
Canta el árbol.


Recibo con alegría este libro y lo celebro porque nos devuelve la fe en las aves, en el cielo, en las
nubes. Porque nos hace mirar de nuevo al aire para pensar en otra forma de existencia. Porque nos hace nombrar de nuevo al ángel, y sentir que no es lo tangible lo que sostiene nuestros días, sino una ausencia inefable, una tristeza sin nombre, un deseo de tener las palabras para nombrar lo más puro, lo más bello e inalcanzable. Justo como en este poema de María que dice:


María Clemencia Sánchez Envigado, Julio y 2014 

No hay comentarios.: